LA MISIÓN DEL ARTE URBANO:

[TRANS]FORM-ARTE EN CUANTO HUMANO

Ideas acerca de la inminente BAU,  Bienal de Arte Urbano en Cochabamba

Por F.G.

Transformador (excede lo formal). Transgresivo (va más allá de los obstáculos, provocando reacciones). Transdisciplinar (está de vuelta de las clasificaciones). Transitorio (no tiene vocación de permanencia, se afirma como efímero).

Trans es un prefijo que significa “al otro lado” o “a través de”.

Así es el arte callejero. Abre espacios donde no los había, indaga lógicas ocultas haciendo hablar al contexto, provocando un diálogo a tres bandas entre artista-lugar-peatón. El grito de la voz antes contenida del Genius loci, el espíritu fenomenológico del lugar, arrancada por médiums enteramente terrenales, agrupados en tribus urbanas y configurados en inmateriales barrios deslocalizados espacialmente y contemporáneos vocacionalmente.

 

El arte urbano es por todo ello un espacio infinito de libertad, fuera de salones y galerías, en el que podemos recuperar la dimensión simbólica que arte y ciudad deben tener, ofreciendo nuevos sentidos a nuestras vidas frecuentemente automatizadas. Así, paso a paso, vamos encontrando graffiti, murales, afiches, stencil, e intervenciones diversas, que nos van ofreciendo una narrativa paralela de ciudadanía, de posible apropiación social de aquello que siempre fue nuestro.

 

Transituacionista (supera la creación anárquica de situaciones). Trascendente (va más allá de límites prefijados). Transvanguardista (aventaja lo vanguardista mediante lo ecléctico, iconográfico, iconoclástico, postmítico, vital ).

 

Expresiones artísticas siempre fueron contemporáneas, por ubicarse libremente fuera de circuitos demasiado establecidos. Gritos visualizados, conceptualizados, procesuales, re-presentados desde su multivocalidad.

 

Renacido en, de , por y para la calle cuatro décadas atrás, tras el mayo del 68, es un conjunto heterogéneo y ubicuo de intervenciones independientes y generalmente anónimas, que se encuentran a gusto en ese entorno concreto definido por su indefinición. Una especie artística especialmente específica. Un género creativo genéricamente generador. Una paradoja hecha metáfora.

 

Transmisor (a través de él, fluye energía). Transpersonal (supera lo individual hacia lo colectivo). Transmoderno (está de vuelta de caducos grandes ideales). Translúcido (va más allá de lo lúcido, o quizás deja pasar sólo parte de la luz). 

 

Cuando aman la ciudad y tienen algo que decir, nos ayudan a resignificar el contexto, reclamando el espacio urbano como soporte de expresión, sacando jugo al lugar.

Miran la ciudad de modo distinto -subjetivo y subversivo- y nos dicen algo, regalando goce y sorpresa por esa inesperada ausencia de coste y funcionalidad de su propuesta.  Anónima e independientemente, nos hablan de la condición humana, criticando hegemonías y poderes, rescatando lo cotidiano, lo sencillo, desde su calidad heterotópica.

 

Intervenciones que -de estar bien hechas- nunca son invasivas, manteniéndose socialmente constructivas, y que -resignificando espacios residuales necesitados de atención y magia- despiertan en nosotros el sentido de fascinación hacia nuestro entorno cotidiano. Ese que teníamos de niños, cuando todo era un ilimitado campo de posibilidades plagado de animados y sorprendentes objetos. Ese que hacía de la ciudad un infinito terreno de juego, donde sobretodo los espacios residuales, las rendijas y fisuras, los lugares imposibles, se presentaban como grandiosos escenarios para vivir con la imaginación…

 

El proyecto mARTadero, propone para este septiembre comenzar a revivir un fragmento de ciudad. Y justamente, ese mismo fragmento de ciudad donde ésta fue fundada. Para darle nuevos sentidos. Para recuperar nuestros espacios públicos desde su esencia comunicativa.

Y hacerlo generando un movimiento que arranque con esta Bienal de Arte Urbano. Para ello, artistas de más de ocho países participarán dejando su aporte visual, ayudando a detonar un proceso de mejoramiento de la zona que se lleva a cabo interinstitucionalmente.

 

El arte es un espacio privilegiado para la transformación de uno mismo, de su entorno, y del mundo. Como forma de conocimiento nos ayuda a entender el universo –interior y exterior-, y a utilizar el pensamiento lateral para establecer relaciones nuevas entre las cosas, desvelando su profundo entrelazamiento. Como forma de expresión nos ayuda a transmitir intuiciones, emociones y sensaciones de maneras no dogmáticas, sino abiertas a su revisión y crítica.

 

Creando nos creamos a nosotros y creamos el mundo mismo. Por eso, seis años atrás arrancamos el proyecto mARTadero, vivero de las artes, convencidos de que los artistas y gestores tenemos mucho para compartir, y de que, juntos, podemos alcanzar metas insospechadas. Desde entonces, se ha logrado transformar un sitio de muerte en un espacio de vida, a través justamente de las artes.

 

Pero nosotros, los más de treinta miembros del equipo mARTadero, siempre pensamos en el mañana. Trabajamos para la construcción de una Cultura de Futuro, con componentes de conciencia medioambiental, respeto y trabajo intercultural, disciplina investigativa para la innovación, cuidado y dinamización patrimonial, etc… Una Cultura de Futuro que nos ayude a alinear esfuerzos interinstitucionales con una visión clara y motivadora: el ser humano en una sociedad cada vez mejor.

 

Por eso, desde hace algunos meses, trabajamos distintas estrategias para mejorar la calidad de vida de la Cochabamba fundacional. Este 23 de septiembre, con arte, teatro y música en las calles, desde el mARTadero hasta la Tarapacá, y desde allí hasta la Plazuela del Granado, inauguraremos la Bienal de Arte Urbano y un movimiento creativo que irá progresivamente creciendo en el tiempo, comenzando de forma sencilla pero adecuada, como acostumbramos. Para ello, distintos artistas del país se han estado formando en dos talleres internacionales y se ha convocado a muchos otros a participar de este encuentro, realizando propuestas creativas en el espacio urbano, que irá progresivamente transformándose desde dentro.

 

Por eso decimos que la misión del arte urbano es transformarnos en cuanto humanos: sorprendernos, hacernos indagar, reflexionar, dialogar, construir, mejorar… Si no lo logra, probablemente –como bien decía Tapies- no es una verdadera obra de arte. Porque la materia prima del artista, según Stanislavsky, son las emociones. Y las del espectador, también.

 

Este artículo es un aporte del pensamiento colectivo y progresivo del proyecto mARTadero sintetizado por Fernando García.