7 miradas a la BAU
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Este artículo del proyecto mARTadero, lanzado desde la mirada de la gestión cultural, es un aporte al pensamiento colectivo y progresivo y a la construcción social a través del arte.


 

SOLUCIONAR CREANDO FUTUROS

“Si no formas parte de la solución, eres parte del problema”
Lenin

Quizá uno de los aspectos más interesantes de la gestión cultural en Bolivia es el hecho mismo de poder llevarla a cabo. La falta de condiciones económicas y el desinterés por parte de las instituciones públicas -ligadas incluso al propio ámbito de la cultura- plantean de entrada un panorama frente al cual es preferible imaginar todo lo que se podría haber hecho de existir los medios para hacerlo, que desarrollar estrategias de acción que superen la continua desidia oficial y logren llegar a las metas trazadas. La situación es igual de desalentadora cuando se piensa en el rol que la empresa privada cumple cuando se trata de apoyar proyectos culturales, entendiendo que, al igual que el sector público, el noventa y nueve por ciento de las veces no hace más que reducir la idea de “actividad artística” al simple “eventismo” y a su inmediatez, acotando las posibilidades de desarrollar proyectos que busquen algo más que el consumo instantáneo y los fugaces beneficios propagandísticos.

Comprender la cultura como un modo constructivo de anticipación consciente, como posibilidad única de creación de un destino personal y colectivo, parece un empeño difícil. Y sin embargo, no tenemos otra posibilidad que ésta para entender las interrelaciones profundas y complejas que nuestro sector cultural tiene con el resto de la sociedad, y cómo necesitamos un trabajo verdaderamente conectado e interactivo que pueda proyectarnos hacia el futuro, que nos permita recrearlo activamente. La alternativa planteada desde el tercer sector justamente avanza sobre esta variante, y proyectos como el mARTadero buscan sondear dichas interrelaciones como la base de construcción de sus propuestas.

Es precisamente desde esta lógica, desde donde se gestaron la I y II BAU, con todo lo que esto significa. O sea, haber trabajado “a pulso”, durante muchas de sus etapas y haber contado con un compromiso efectivo, desprendido e incondicional por parte de los artistas nacionales e internacionales que se han sumado a participar en ambas versiones, entendiendo el valor, más allá de lo estético, que significó hacerlo, sabiéndose pioneros en la apertura de un espacio histórico en nuestro escenario creativo local, involucrando además directamente a la población. Y, en este caso específico, a la que forma parte de las zonas fundacionales de Cochabamba, más cerca hoy del sur que del norte, y que, consciente del descuido de su barrio por parte de las autoridades pertinentes, opta por sumarse al mejoramiento y rehabilitación de sus espacios púbicos a través del arte.

Por otra parte, en lo netamente operativo, hacer gestión en nuestro medio resulta también complejo cuando nos enfrentamos a la limitación de materiales y/o de herramientas que muchas veces se requieren al momento de la producción misma de ciertas obras. Ya sea ésta debida a la baja calidad de los productos disponibles (aerosoles, andamiajes, etc.) o muchas veces, directamente, a la ausencia total de estos (boquillas, convertores, válvulas, grúas hidráulicas de canastilla, etc).

Pero, entonces, si todo resulta ser tan dificultoso y el apoyo es prácticamente inexistente… ¿por qué decidirse a realizar gestión?. Pues porque tener un análisis crítico de la realidad no debería ser, bajo ningún punto de vista, sinónimo de parálisis, de estancamiento, sino uno de los tantos estímulos más para intervenir nuestro contexto de manera propositiva y constructiva,  operando de una manera colectiva y articulada y aprendiendo a sortear así los obstáculos. Porque precisamente es esta la mejor respuesta frente a la indiferencia y a los mediocres intereses mencionados con anterioridad. Y ahí es donde aprendemos del oficio, disponibilidad y creatividad resolutiva de los artistas que nos visitan, de la inteligencia colectiva del grupo gestor del que formamos parte y del entusiasmo de la población por colaborar para lograr un objetivo que anhelan.

Nuestra iniciativa cultural, y la Bienal misma, son una más de tantas que están aprendiendo a sobrevivir creativamente, a encontrar metáforas en las limitaciones, a entender la gestión cultural no sólo como producción de eventos, sino más bien como generación de estrategias de futuro, con impacto no sólo en el bienestar de la gente, sino -y sobre todo- en nuestra capacidad y empoderamiento para lograrlo participativamente, sin dejar de exigir la correspondiente y necesaria responsabilidad pública.

Este artículo del proyecto mARTadero, lanzado desde la mirada de la gestión cultural, es un aporte al pensamiento colectivo y progresivo y a la construcción social a través del arte.