
«Toda obra de arte es hija de su tiempo y, frecuentemente, madre de nuestros sentimientos” Wassily Kandinsky
Con esas palabras, Kandinsky reconocía en cada trazo una herencia y una promesa. Así, la obra artística, como hija del pasado y madre del futuro, lleva en sí poder y responsabilidad. El bicentenario de Bolivia, y los tiempos complejos que vivimos, requieren gestar futuros deseables desde la lectura de los pasados vividos. Y es desde esa certeza luminosa que la Bienal de Arte Urbano BAU 2025 lanza esta propuesta como un acto colectivo de imaginación situada, bajo el lema «PATRIMONIO FUTURO: ARTE URBANO Y MEMORIA VIVA».
¿Qué es el patrimonio si no lo que decidimos recordar, cuidar, transformar? ¿Y qué es futuro si no la posibilidad de sembrar memorias nuevas en los muros del presente? El arte urbano —móvil, directo, participativo— irrumpe como un lenguaje popular que no se archiva: se vive. En él, la ciudad habla y escucha, se pinta y se cuestiona, se sueña en múltiples voces.
En diálogo con las ediciones anteriores de la BAU, que nos invitaron a resignificar lo común, a narrarnos desde adentro, o a imaginar otras modernidades, este nuevo capítulo propone mirar hacia adelante sin perder pie en el suelo. Un futuro con raíces, que nace de las historias invisibles, de los gestos cotidianos, de las luchas del barrio y las estéticas del afecto.
Desde el graffiti que susurra nombres olvidados, hasta las intervenciones que abren grietas en la monotonía del concreto, cada obra de esta bienal es una chispa de utopía realista. Color, palabra e imagen se convierten en herramientas para intervenir el tiempo, para dejar marcas que no sólo decoran, sino que construyen sentidos.
BAU 2025 es una invitación a creer, a crear juntos un patrimonio que no encierre, sino que inspire; que no se exhiba en vitrinas, sino que se aprecie caminando, celebrando y cualificando los espacios públicos. Porque el arte urbano no pertenece al pasado: lo activa, lo resignifica, y con él pinta futuros deseables y posibles para todas y todos.